Pobre país petrolero


Hace un par de años una venezolana que vive en Noruega preguntó extrañada a una amiga nórdica por qué la gasolina era tan costosa, en un país petrolero. Le explicó llena de orgullo que en Venezuela un vehículo consumía menos de un dólar a la semana con un promedio de dos a tres visitas a la estaciones de servicio en el período.

La noruega, lejos de sentir envidia por la suerte de los venezolanos. Expresó su asombro. ¡Hipotecan su futuro! “Nosotros seríamos los primeros en criticar a nuestro Gobierno por subsidiar de esa manera el combustible”. Explicó la Noruega.

La joven venezolana, miembro de una familia acomodada de Barquisimeto le refuto: “Pero, cómo dices eso, son un país petrolero, deben ver un beneficio de por su suerte.”

No, dijo la noruega. Nosotros fuimos por muchos años un pueblo pesquero, pobre. Una vez que conseguimos el petróleo nos dimos cuenta que teníamos una oportunidad única para garantizarle a las generaciones venideras un futuro mejor que el de nuestros abuelos. ¿Por qué íbamos a perder esa oportunidad? Con todo el dinero que se recibe por vender la gasolina a precios internacionales garantizamos ingresos propios que irán al ahorro de la nación y así podemos garantizar un mejor porvenir, cuando el petróleo se agote.

Luego de tal explicación la joven venezolana no tuvo más preguntas y dejó la explicación de su amiga como una reflexión brillante que replica a cuanto amigo consigue en Facebook. Indagando un poco más en el tema, la gerencia pública Noruega tiene garantizado el futuro de las próximas tres generaciones de sus habitantes: educación, empleo, pensiones, salud y subsidio al desempleado temporal. Una persona que pierde su empleo, tiene garantizado más del 60% de sus ingresos hasta que vuelva a conseguir un trabajo.

¿Qué tan lejos estamos en Venezuela de una organización de este tipo de la sociedad? Muy lejos. Existe un drama en los valores y en la confianza hacia los gerentes públicos. Es decir, si por algún motivo se llegase a suponer un incremento del precio del combustible, muchos, por no decir todos los venezolanos, incluyendo políticos y medios de comunicación criticarían la medida con el único argumento de decir que el único beneficio que tenemos los venezolanos por el petróleo queda eliminado.

Quienes entiendan una medida de este tipo, seguramente pondrían en duda que los fondos se utilicen para garantizarle a las generaciones venideras un futuro mejor. Darían por sentado que el dinero se evaporaría entre las corruptelas y los planes populistas que tapan agujeros y no crean nuevos senderos.

La tragedia venezolana, es que durante casi 100 años de industria petrolera poco o nada se ha hecho para las generaciones que han pasado. Lo más dramático es que luego de casi 34 años de nacionalización de la industria, el país ha tenido una merma pasmosa de esos beneficios que nos deberían traer el petróleo. ¿Cuántas generaciones se han beneficiado con nuestro recurso natural? ¿Qué garantías han tenido estas generaciones para tener un nivel de vida equivalente a la riqueza petrolera?

Los beneficios del petróleo, lejos de medirse en el tiempo de su explotación deben ser considerados en los años posteriores a la extracción del último litro del oro negro. Como hacen los noruegos, que no piensan en su beneficio, sino en el de los hijos de sus nietos. Un ejemplo que debería ser copiado en nuestras mentes. ¿Podremos hacerlo?

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