El papel y su última década


Cuando Rupert Murdoch creó The Dayli, hace poco más de un año, acertaba, quizás de forma precoz, con una tendencia de los mercados. Este medio de comunicación, especialmente creado para las tabletas, incialmente el iPAD, llevó la batuta de una tendencia que poco a poco se posiciona en la oferta informativa de los medios de comunicación, en la cual, el papel, deja de ser la principal vía de enviar al lector el mensaje escrito y fotográfico.
Una tendencia a la que otros medios se sumaron, algunos como The Washington Times, de Seattle, fueron audaces, pues fueron los primeros en abandonar el papel para ir directamente a la versión digital.
La tendencia comienza a ser repetida,el caso del Jornal do Brasil o el "France Soir" son vivos ejemplos de la indetenible corriente del lector digital. No sólo los medios de comunicación se suman, recientemente la Enciclopedia Británica informó hace un mes del abandono de su edición impresa luego de 244 años de tradición.
Esta semana se sumó la afamada revista científica National Geographic, que estima una década más para mantener sus revistas impresas. Espera que en ese tiempo, ya sea totalmente innecesario elaborar tan prestigioso material en papel.
Posturas claras que dan fe de la evolución. Cuando en las escuelas de periodismo nos hablaban del fin de los periódicos, se hacían referencias a la inútil competencia que generó la radio y luego la televisión al poderoso medio impreso.
Ciertamente, la acción de los medios radioeléctricos no afectaron al papel, pues el acto de leer, la intimidad que genera y la costumbre que trae detrás son difícilmente superadas por la radio o la televisión.
Sin embargo, internet es diferente. La red, igualmente genera intimidad en los usuarios que quieren leer, la gente accede a lo que quiere y lo hace libremente. El papel, encontró un rival que de paso es más ecológico y comercialmente más atractivo. ¿Por qué?
Al haber tabletas, Smartphone, sitios web, redes sociales con millones de potenciales lectores, resultaría ilógico no detectar la oportunidad de encontrar una apuesta comercialmente atractiva para un mercado ávido de contenidos.
A esta factor se suma el no menos importante de los consumidores. Los lectores de ahora, y de las próximas dos décadas son distintos a los tradicionales. Buscan la información que les interesa y sus referencias informativas quizás no son las mismas que aquellas que manejaron el mensaje periodístico en los últimos dos siglos.
Un lector participante del hecho noticioso, no quiere ser simple receptor. Internet le brinda la oportunidad de participar y lo hace de forma exitosa. He allí el éxito de los servicios sociales.
Por eso, si bien es válido, que el papel tendrá aún mucho por hacer, su rol, dentro de la sociedad informativa descenderá dramáticamente.

 El único escollo que faltará por resolverse es el de la inversión publicitaria. Los precios de la páginas webs y los demás servicios en línea no están adecuados a operaciones exorbitantes, como sí existen en los medios impresos. ¿Para qué gastar millones en publicidad impresa, si con un aviso on-line, llegó a más gente, con más probabilidades de éxito? Una pregunta que tanto anunciantes como medios tradicionales se están haciendo, no ahora, sino desde hace tiempo.
La salida, obvia será hacer medios para grupos de lectores específicos, apostar a los recursos multimedia y hacer énfasis en ofertas que ataquen nichos. ¿Podrán los grandes diarios adaptarse a estas realidades? De no hacerlo, simplemente desaparecerán, pues se quedarán sin anunciantes.
El papel, que marcó la historia por siglos, ahora comienza vivir su última década como herramienta principal para la difusión del periodismo escrito.

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