Los Smartbooks: un negocio más allá del hierro


Este año fue invadido por una nueva familia de dispositivos móviles, las llamadas Tablets o Smartbooks, este último nombre será el que defina la categoría. Desde hace algunos años, la industria móvil ha ido preparando el camino para que estos innovadores aparatitos lleguen con éxito a un mercado, que busca, sencillez, integración de tecnologías y sobre todo productividad.

¿Qué son las Smartbooks? Un híbrido entre Smartphones, Netbooks y e-readers, que basarán su éxito no en el diseño del equipo, la resolución de la cámara o el peso. Esta nueva categoría tendrá el reto de ser la primera familia de equipos que tendrán en el software y los servicios diseñados o integrados en ellos el motor de su razón de ser.

Esto explica por qué todas las grandes corporaciones de la industria están haciendo esfuerzos sostenidos por llamar la atención de los desarrolladores; realizan concursos internacionales, dan premios multimillonarios y colocan a los programadores en la cúspide, cual estrellas de cine. Extraordinario, para todo aquel que tenga una idea y quiera ofrecerla al mercado.

Ahora bien; de cara al presente y al futuro cercano, los miembros más pequeños de la industria, como los integradores o ensambladores locales, deberán tener sumo cuidado. No bastará con ofrecer un tablet o Smartbook. Tendrán que afinar su oferta y hacerla atractiva para los usuarios de sus mercados. La primera pregunta que deberán hacerse es esta ¿Qué valor agregado deberá tener mi Smartbook? Y luego ¿Qué mercados debo atacar y con quién hacerlo?

Estimo que el valor añadido de un Smartbook hecho por una empresa local deberá tocar los mercados donde las grandes casas de software y hardware no tienen una oferta definida. Aplicaciones administrativas, contables, turísticas. Ofrecer y estimular la creación de aplicaciones adecuadas al mercado local y a las necesidades latentes y específicas de cada país.

Atacar mercados hambrientos de soluciones tecnológicas; en Venezuela abundan las carencias de estos contenidos y sólo el desarrollador y la casa ensambladora que las detecte podrá genera una oferta de peso a los hermosos equipos que gigantes como Apple, Nokia, Samsung colocarán en el país.

El tercer paso para un ensamblador local será fortalecer sus alianzas con tecnologías libres o licenciadas; cada cual para atender las necesidades del mercado que desea atacar. Ofertas o plataformas hay y todas están ávidas de tener “el hierro” que les de vida. Windows 7 y Android podrían ser excelentes alternativas; con la primera podrían apalancar una robusta oferta de soluciones administrativas nativas que han obtenido éxito para las PyMES. Con la segunda, podrían garantizar que el universo de desarrollos basados en Linux puedan adecuarse al país a necesidades puntuales de algunos segmentos de mercado.

Además de la alianza para ofertar una plataforma robusta y probada, las ensambladoras deberán aliarse con las operadores móviles. Ambas se complementarán; mientras el fabricante garantiza el producto y el contenido, el operador garantiza la conectividad. Al final todos terminan ganando.

¿En Venezuela?

El país, próximamente vivirá una explosión de la oferta de Smartbooks, a las ya demandas iPAD se le sumarán la Samsung Galaxy Tab y otras más que podrían llegar por cuenta de terceros o de la mano de los operadores. En este caso, las ensambladoras locales, caso de Síragon o VIT deberán afinar sus estrategias si en verdad quieren tener esperanzas en el próximo gran negocio de la industria móvil.

Tomar en cuenta

Incursionar con Android o Windows le garantizará al ensamblador un universo de contenidos elaborados por desarrolladores de todo el mundo. Con esto podrán competir con las grandes casas en áreas como el entretenimiento.

Queda pendiente

Las aplicaciones pagas, serán sin duda el punto flaco de nuestras ensambladoras y de las foráneas que vengan a hacer negocios en Venezuela. Las limitaciones cambiaras reducirán significativamente la oferta en el mercado interno de muchos desarrollos de alto nivel en diversas áreas. Ojalá el Gobierno entienda que reducir el cupo de dólares para internet no ha sido una medida sana que haya logrado reducir los ilícitos cambiarios

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