Ojo avizor y Oídos sordos
Invertir una cifra cercana a los 140 millones de dólares
sólo para comprar decodificadores para Televisión Digital, hechos en Argentina
fue la última alocución que el Presidente Chávez realizó sobre la migración de
la radiodifusión venezolana de los actuales sistemas analógicos a los
digitales.
El anuncio, hecho con bombos y platillos a través de cadena
nacional de radio y televisión encendió las dudas sobre un tema sumergido en un
profundo silencio desde el año 2009, cuando Venezuela apostó por el estándar
japonés-brasileño ISDBT-T .
Poco o nada se ha dicho; los pocos anuncios giran alrededor
de los decodificadores, el tema menos importante y que todos los países que
iniciaron la transición resolvieron en cortos períodos.
Brasil, principal promotor del estándar, por ejemplo,
realizó subsidios, que aún se mantienen, para que los televisores analógicos,
de tubos catódicos, puedan emular una señal digital.
Estos decodificadores fueron fabricados en un sinfín de empresas locales, que, por investigación y desarrollo, transferencia tecnológica y buenos socios aliados, lograron satisfacer la demanda local.
Estos decodificadores fueron fabricados en un sinfín de empresas locales, que, por investigación y desarrollo, transferencia tecnológica y buenos socios aliados, lograron satisfacer la demanda local.
El único inconveniente que presentó Brasil, fue el precio,
la tecnología ISDB-T, que si bien es ideal para las condiciones geográficas de
nuestra región, tiene costos implícitos más elevados que la norma europea
DVBT-H.
Se recuerda cuando Luis Ignacio Da Silva "Lula"
aprobó subsidios para facilitar el acceso de estos equipos y estimular la
colocación en los hogares brasileños.
Algo similar ocurrió en Argentina y ocurrirá en Perú, Chile
y los demás países que apostaron al ISDB-T. Buena parte de estas naciones, a
excepción de Argentina, comprarán los decodificadores. Se entiende esta acción,
pues iniciar una industria desde cero, genera costos elevados que no garantizan
el retorno.
Prefieren en buena medida invertir sus recursos en la
Investigación y Desarrollo que hay detrás de la compleja industria de
contenidos a través del software. Una inversión más razonable, y con mayor
impacto social, pues se amplían las oportunidades de crecimiento de
microempresas de tecnología y la creación de otras.
En Venezuela, pareciera que la situación gira al ritmo de
los intereses de la administración Chávez. Cuando se estableció el acuerdo con
Japón y Brasil, se generó un compromiso desde Tokio y Brasilia para que los
decodificadores fueran fabricados en Venezuela, para atender la demanda del
país y de las naciones ALBA.
Dicho compromiso se extendería también a la fabricación a
mediano y largo plazo de los transmisores e incluso para el desarrollo de
contenidos a través del software de capa media Ginga, de creación Brasileña y
pieza clave para la interactividad.
A cuatro años de estos anuncios, se desconocen los avances
en los tres frentes e inquieta sobre manera que se gaste dinero en
decodificadores argentinos, cuando la idea era no comprar si no vender y
generar empresas locales.
Muchas
son las explicaciones que le deben los entes gubernamentales a los medios de
comunicación y a la prensa especializada; pero hasta ahora, sólo hay oídos
sordos
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