Acelerar el ritmo o morir en el intento



Brasil se prepara. La sexta economía del mundo tendrá en los próximos 4 años retos tan enormes como su geografía. La Copa Confederaciones de 2013; el Mundial de Fútbol de 2014 y las Olimpíadas de 2016 serán los impulsores del enorme despliegue de redes móviles de Cuarta Generación que los amazónicos comenzarán a desplegar este año.

La Anatel, el ente regulador, entendió el mensaje. Quizás de forma más lenta que la pensada por los operadores, deseosos de hacer sus despliegues en un país boyante, con ciudadanos en creciente mejora de sus ingresos.

El desarrollo de Brasil, lejos de ser visto a la distancia, repercutirá en el resto de América Latina.  Lo hará, eso sí, de forma positiva o negativa. La onda expansiva del progreso brasileño será buena para las naciones que tomen los primeros vagones del tren que la nación amazónica está colocando en la región.

Será negativa, en cambio, para los países que decidan retrasar su desarrollo y esperar por una segunda vuelta del tren dirigido por Brasil. ¿Dónde estará Venezuela? Esperemos que en los primeros puestos.

La recién incorporación al Mercosur debe ser clave para que el país acelere, al ritmo carioca, sus concesiones para despliegues de banda ancha móvil.  De no hacerlo, nos quedaremos atrás, esperando, quién sabe qué.

Chile, Argentina, Colombia, Perú, por ejemplo, han entendido el mensaje. Estas naciones aceleran su legislación, están otorgando espectro a las operadoras y apuran el dividendo digital, que liberará la banda de los 700Mhz, pensada para los despliegues LTE en zonas más despobladas.

Hacerlo, trae consecuencias positivas en la productividad. El PIB de los países crecerá en la medida que su banda ancha se acelere. Habrá mejor calidad de vida, más trabajo y en líneas generales una economía más sana.

Aprovechar el impulso brasileño se traducirá primero en las escalas que se generarán en la fabricación masiva de tabletas, Smartphone y Dongles, para la 4G brasileña. ¿Fábricar o vender contenidos? Puede ser una alternativa, pero dependerá enteramente de las capacidades de respuesta de cada país.

Países con una industria electrónica poco desarrollada, como puede ser Venezuela, deberán aprovechar los bajones de precio que habrá en los dispositivos 4G para desarrollar la industria de los contenidos y obtener beneficios al comprar equipos fabricados  o en Brasil o en otros territorios.

Otros países, pueden generar condiciones favorables para la instalación de líneas de producción y fábricas en sus territorios. Bajar aranceles y ser agresivos en las políticas y confiables en lo jurídico será fundamental.

El aluvión apenas comienza y es por eso que los cuatros meses restantes de este 2012 serán claves para que los países sudamericanos, que tengan un enfoque claro de desarrollo, tomen decisiones pragmáticas y efectivas.


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