Unasur crece, pero aún le falta madurar…


La Cumbre de Unasur, realizada en Bariloche el viernes pasado, tuvo aspectos rescatables a pesar del sabor amargo que generó la ausencia de una decisión definitiva sobre el tema de las siete bases militares en Colombia. El primer gran logro del encuentro fue el fortalecimiento del bloque regional, como ente geopolítico, dispuesto a tomar posturas firmes sobre el futuro de nuestros pueblos.

El tutelaje, la supervisión y aquel sentimiento triste de sentirnos el patio trasero de los Estados Unidos tuvo una sentencia evidente. Atrás quedaron los días de la Doctrina Monroe y la frese “América para los americanos”, con la cual se quiso disfrazar el intervencionismo estadounidense en nuestra región. Ojalá que dichas posturas sigan siendo firmes cuando pasen los años y la Unasur madure como organización.

A pesar de lo positivo, la reunión de Bariloche demostró también que Sudamérica sigue anclada en los preceptos del pasado: “Somos ricos, pero pobres. Las clases dominantes, subordinadas al imperio, nos tienen retrasados. Tal país me amenaza y por eso me preparo para la guerra, aunque no la quiera”.

Si bien es cierto, que la decisión de Colombia de permitir la presencia militar de Estados Unidos en la región, de forma exagerada, también lo es que la reacción de nuestros presidentes no debe ser presa del medio a una invasión. Es por eso que se rescatan las posiciones de los mandatarios de Ecuador, Rafael Correa y de Perú Alan García. El primero, como presidente pro tempore del bloque regional exhortó a sus homólogos a propiciar un encuentro con Barack Obama. El segundo, haciendo uso del sarcasmo abrió los ojos a muchos televidentes al decirle a nuestro Presidente que no era necesario que Estados Unidos se apropiara de nuestro petróleo, pues Venezuela se lo vende todo y caro.

En estas posiciones pueden encontrarse elementos ciertos para pensar que la Unasur puede coger fuerza y transformarse en un bloque geopolítico que demuestre la capacidad de su alcance en el futuro. Para que esta situación se logre, será fundamental que las dos naciones más importantes de nuestra región Argentina y Brasil, asuman con más vehemencia su liderazgo natural. Esa actitud debe primeramente ponerle un fin al conflicto permanente que existe entre las tres naciones bolivarianas: Colombia, Ecuador y Venezuela.

Es necesario que el histórico “rollo” verbal, que ha sido permanente en la historia de las tres naciones desde su separación en 1830, se disipe y de paso a un discurso constructivo. ¿Por qué tres países con un mismo pueblo, con una historia común siguen enfrentados? Si sumamos las poblaciones conjuntas de las tres naciones bolivarianas se alcanzaría un mercado de 90 millones de habitantes, el tercero más importante de la región. Sin añadir la ventajosa posición geográfica de las tres naciones y las riquezas naturales existentes.

Es verdaderamente preocupante que los dirigentes de Colombia, Ecuador y Venezuela, sigan en una pelea que en poco o en nada favorece la consolidación de un futuro prospero para sus conciudadanos. Es lamentable que las FARC sigan teniendo más importancia para nuestros presidentes que las ciertas oportunidades de desarrollo común que podríamos alcanzar con políticas abiertas, adecuadas a nuestros intereses, que podrían aprovechar nuestras similitudes culturales.

Sinceridad y mentalidad de futuro. He allí el gran reto de nuestros dirigentes políticos. No podemos hablar de integración y de amor si no somos honestos y no pensamos en una relación estable en el tiempo. Así pasa en la vida de pareja, así pasa en la política internacional.

Por eso Brasil debe tener sobre su espalda el peso de la integración regional. La nación más poderosa de América del Sur sabe que en la medida que nuestros países mejoren sus economías y acaben con la confrontación, su peso estratégico en el mundo será aún más trascendente.
Es lógico entonces pensar que Brasil debe ser el principal enemigo de las bases militares en Sudamérica. Ahora deberá tener un rol de padre que deberá regañar a los presidentes Uribe y Chávez para que entiendan cuál es el verdadero norte de nuestro bloque regional.

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