En octubre de 2005, el presidente Chávez inauguraba en Paraguaná, la planta de ensamblaje de Venezolana de Industrias Tecnológicas, empresa que sería subsidiaria de VENINSA, compañía de capital mixto chino-venezolano, con mayoría accionaria (51%) para los asiáticos. En cadena nacional de Radio y Televisión, el primer mandatario exhibió, con su lenguaje populacho que en diciembre, dos meses después de instalada, la planta de VIT produciría 50 mil equipos y al año siguiente 150 mil.
En el acto, el presidente le entregó 17,2 millardos de bolívares (17,2 millones actuales) para la constitución del capital de la empresa que se encargaría. Las expectativas eran enormes por parte de la administración Chávez, que aseguró que en menos de un año VIT abastecería las necesidades del Estado Venezolano y llevaría las computadoras al pueblo. En algún momento se planteó que los equipos VIT, tanto portátiles como de escritorio, se comercializarían en los anaqueles de MERCAL.
Pasados los años, VIT caminó por diversas etapas; en todas, los contratiempos con los socios chinos, de la empresa Lanchao o Inspur, una de las menos importantes de la nación asiática, se unieron a una serie de trabas burocráticas que afectaron el cumplimiento de las metas de VIT.
Una visita realizada durante la gestión de José Brett, demostró que VIT, trabajaba con mucho esfuerzo, pocos recursos, para alcanzar los ambiciosos planes y tecnología incluso menos desarrollada que la colocada en el país por otros ensambladores. Por otra parte, los equipos venían pre- ensamblados de China, poco, muy poco por hacer en el país, salvo armar piezas. Situación que no ha cambiado.
Como resultado de estas eventualidades, VIT pelea a diario para alcanzar el ensamblaje de 2 mil unidades; aunque no hay cifras oficiales, porque el Gobierno se niega a darlas, se presume que la producción de VIT no llega hoy día a los 50 mil equipos, cifra que esperaban alcanzar en los primeros tres meses de creación. Por ello, CANTV, no se pueden dar el lujo de dejar en las manos de VIT toda la carga del exitoso programa “Internet Equipado” que comercializa casi 300 mil computadoras en todo el país al año.
La realidad de VIT, se repite con Vtelca y con Orinoquia, esta última sigue ensamblando en los pequeños espacios del Cenit, ubicados en la base Aérea Francisco de Miranda en La Carlota. Si bien estos esfuerzos por estimular la industria nacional no pueden descalificarse, sí es digno de crítica la tozudez del Gobierno Nacional que sigue insistiendo en fabricar sólo o con aliados que quieren o pueden monopolizar el mercado tecnológico.
Lo que resulta contradictorio es que las medidas del llamado estímulo a la industria nacional no terminan de definirse; ¿cómo se puede tener una industria con un control de cambio?; ¿cómo se estimula sin aranceles adecuados o con exagerados códigos arancelarios, que obligatoriamente entorpecen cualquier deseo de impulsar la industria criolla?
Un estímulo basado en el amedrentamiento, la amenaza o la expropiación jamás llevará al país a un estatus alto de fabricante, como lo tienen Brasil, Argentina, México y Chile. Cualquier intento de consolidación de una industria local resulta por lo menos admirable y titánico.
Los hechos y no las palabras demuestran por qué el Estado no es empresario, se despilfarra dinero y poco o nada se retorna ¿VIT recuperó ya los 17.2 millones de bolívares fuertes, que se invirtieron en ella?
¿Y la innovación?
Cuando el Gobierno frena cualquier intento de desarrollo de la industria nacional, los escenarios para la innovación tecnológica se reducen. ¿Qué tipo de innovación se puede producir en empresas del Estado, abiertamente politizado y poco productivo? Está en la capacidad de generar nuevos productos, único secreto para prosperar en la industria del siglo XXI. La inventiva es la industria exitosa que podríamos constituir en el país, pero pareciera que aun estamos lejos de hacerlo
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