Las últimas dos semanas han sido cruciales para el periodismo, que debe iniciar un profundo debate. Sincero, por más decir, sobre sus competencias en la sociedad. ¿Seguirá acomodado a intereses políticos y económicos o tendrá o cambio significativo y defenderá los intereses colectivos? Esta pregunta, eterna y siempre menospreciada comienza a coger nuevos bríos ante el atropello que ha sufrido Wikileaks. ¿Es que acaso el acceso libre a la información es válido cuando no atenta intereses dominantes?
El que avala las acciones contra este portal de denuncias debe quitarse la careta. Tiene que dejar de ser hipócrita y reconocer que la sociedad es víctima de una lucha casi eterna entre el poder establecido y el que quiere imponerse. Una verdad que salió a la luz pública con los documentos, vídeos y contenidos desvelados por Wikileaks: asesinatos, atropellos, vejaciones, intromisiones políticas y económicas, son sólo el esbozo de una sociedad que podría cambiar sus paradigmas; un Nuevo Orden Mundial de la Información, que en nada se parece a las postulaciones de los años 80.
Un orden informativo que viene desde la gente, del ciudadano que no está a gusto con lo que ve, que no quiere ser cómplice de un status quo rancio que deberá cambiar por otro plenamente libre. ¿Ocurrirá o será utopía?
La respuesta dependerá absolutamente de los cambios que los ciudadanos comiencen a gestar. No estará en los gobiernos y menos en los políticos, todos, absolutamente todos, tiene rabo de paja y por eso no acercan a la candela.
La verdad siempre duele y tiene muchos enemigos; por eso el libre ejercicio del periodismo debe ser defendido con los dientes; es la única vitrina que tiene y tendrá la sociedad de avanzar y de acercarse a un mundo no subordinado a algún interés.
Parece contradictorio, pero si bien ahora podríamos estar más cerca que nunca de una sociedad verdaderamente democrática; también podríamos acercarnos a otra donde Internet, bastión de la información libre, sea atacada por los propios gobiernos que profesan la libertad.
Todos estos ataques a Wikileaks, las amenazas y demás acciones represivas dan más aval al portal y su esfuerzo valiente por desvelar la verdad sin retoques. Por eso, no deben existir ciudadano que no tome las banderas de este sitio web; hacerlo no por Paul Assange, es hacerlo por la sociedad, por sentar las bases de un mundo menos corrupto
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