Gobierno de Cuba denunció ciberguerra y sentencia destino de Alan Gross


Alan Gross ya fue sentenciado
por el regimen de Cuba


Soledad Álvarez
Aún a la espera de conocerse la sentencia del contratista Alan Gross, Cuba ha reactivado sus denuncias sobre los planes "subversivos" de Estados Unidos contra la isla que, en los últimos años, según La Habana, se enfocan hacia la "ciberguerra".
Esta semana, Cuba ha "destapado" de nuevo en un programa de la televisión estatal a otro de sus agentes infiltrados en líneas "enemigas": ahora es un joven ingeniero que dice haber sido captado en 2007 por una organización estadounidense -vinculada a la CIA, según el reportaje- para crear redes de telecomunicaciones ilegales dentro de la isla.
El reportaje, emitido la noche del lunes y divulgado ampliamente el martes por los medios cubanos, "reconstruye" cómo el "agente Raúl" recibió en 2008 cuatro antenas satelitales camufladas como tablas de surf.
En ese programa, Cuba acusa a la administración de Barack Obama de mantener la financiación para las acciones de subversión contra la isla, si bien en esta etapa la prioridad es introducir y fomentar las nuevas tecnologías de la información para "labores de desestabilización" dentro del país.
Josefina Vidal, directora para América del Norte de la Cancillería cubana, indica en el reportaje que en los últimos tiempos son "grandes empresas contratistas" las que reciben, usan y controlan "buena parte" de la financiación de esos "fondos subversivos".
Cuba apunta a la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) como una de las "principales sufragantes": ayer con George W. Bush y hoy con Obama "sigue siendo el dispositivo multimillonario para agredir e intentar desestabilizar, fragmentar y anexar a la isla", sostienen los medios locales.
Precisamente, el estadounidense Alan Gross se enfrenta a una pena de 20 años de cárcel en Cuba acusado de participar en "un proyecto subversivo para intentar derrocar la revolución" con la creación de "redes clandestinas de info-comunicaciones".
Gross, de 61 años y cuyo juicio se celebró la semana pasada en La Habana, trabajaba para Development Alternatives (DAI), contratista de USAID, cuando fue detenido a finales de 2009 por distribuir equipos tecnológicos a una comunidad judía.
Según una nota oficial cubana, el contratista declaró durante el juicio que fue engañado, utilizado y puesto en peligro por la empresa DAI.
Los ataques de Cuba contra Estados Unidos bajo el formato de programa televisivo con "destape" de agentes ya se activaron pocos días antes del juicio de Gross con la emisión de un programa dirigido a probar cómo Washington financia y "fabrica" disidentes cubanos, mediante el testimonio de dos infiltrados.
Aunque esta táctica, que Cuba ya ha empleado en anteriores épocas, se retoma en el contexto del "caso Gross" no faltan quienes opinan que se trata de mensajes dirigidos a Estados Unidos y a la comunidad internacional para desmontar posibles paralelismos entre la isla y la situación de revueltas populares en el norte de África.
De hecho, los periódicos cubanos recogen que los servicios de inteligencia estadounidenses ya han probado con "buenos resultados" la creación de sistemas de comunicación paralelos y al margen de las instituciones en las llamadas revoluciones de colores en algunos países del Este europeo y en Irán, mientras se presentaban como "expresiones de descontento espontáneas".
"Más recientemente ese modo de actuar se evidenció durante los levantamientos populares en algunos países de Oriente Medio y el Norte de África", reseñan en el resumen sobre el reportaje televisión de la "ciberguerra".
La preocupación del régimen cubano por el uso "subversivo" de las nuevas tecnologías también alimenta el debate sobre las restricciones de internet y telecomunicaciones en la isla, de las que La Habana culpa al bloqueo de Estados Unidos.
"Cuba no está en contra del uso de la tecnología, al contrario", se señala en el reportaje donde no obstante se reconoce que es un ámbito que requiere "orden" y "control". EFE



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