Estos dispositivos no sólo pasaron de simples teléfonos a minicomputadoras; también se conviertieron en el electrónico de más rápida aceptación
Carlos Fernández de Lara (Excélsior-México)
Se ve tan viejo, grande y poco funcional que el DynaTAC 8000X —el primer celular comercial del mundo lanzado en 1983 por Motorola— parecería un equipo con más de un siglo de vida, aunque en realidad sea un joven con apenas 25 años de existencia.Su nacimiento dio origen a una industria que tan sólo en 2008 despachará más de mil 280 millones de unidades en todo el orbe, de acuerdo con la consultora Gartner, transformándolo así en el electrónico con mayor y más rápida penetración del planeta.
El primer teléfono móvil, el ya citado DynaTAC, pesa 794 gramos, mide 33 centímetros de alto, 4.4 de ancho y casi nueve de grosor. Hoy ha sido sustituido por equipos con menos de una pulgada de grosor, entre ocho y diez centímetros de alto y con un peso menor a los 300 gramos.
De una pantalla LED de siete segmentos, que únicamente desplegaban número e iluminaba alertas predefinidas, los celulares pasaron a tecnología de cristal líquido (LCD) con 256 millones de colores y capaces de reproducir video.
“El celular ha transformado nuestra vida, se ha convertido en una herramienta de comunicación, entretenimiento, trabajo. Son nuestra cámara digital, reproductor multimedia, agenda personal, álbum fotográfico y computadora de bolsillo”, afirma José Luis de la Vega, gerente de Mercadotecnia de Motorola México.
En entrevista este diario, De la Vega acierta, pues en estos 25 años los teléfonos móviles no sólo han reducido su tamaño y mejorado su capacidad y funcionamiento.
En México, se estima que existen ya 73 millones de usuarios de telefonía móvil contra poco más de 20 millones de líneas fijas, una tecnología que tiene un siglo operando en el país, cuando los celulares suman apenas dos décadas de presencia nacional.
Las compañías operadoras de redes celulares locales reportaron ingresos, en 2007, por 313 mil 344 millones de pesos, según la Comisión Federal de Telecomunicaciones.
En todo el planeta, también durante 2007, tan sólo el envío de mensajes de texto (SMS, por sus siglas en inglés) generó ingresos por 80 mil millones de dólares, de acuerdo con datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU, por su acrónimo en inglés).
Con la rápida evolución que vive el mundo de la tecnología, para los próximos 25 años los teléfonos móviles serán más que pantallas sensibles al tacto, gigabytes de almacenamiento o cámaras de diez o más megapixeles.
Olli-Pekka Kallasvuo, presidente mundial de Nokia, empresa que entrega dos de cada cinco celulares en todo el planeta, proyecta que a futuro la palabra clave será “personalización”.
“En un par de años la nanotecnología en los celulares permitirá a los usuarios una manera novedosa para personalizar sus equipos conforme a sus estados de ánimo, vestimenta o gustos”, dice en entrevista con Excélsior.
Un celular que no sólo conviva en su entorno sino que se adapte a éste. Para Nokia ese futuro se llama Morph, un dispositivo concepto, hecho con nanofibras y nanomateriales, que le permiten modificar su estructura (forma y color), conforme el uso que le dé el usuario. “Morph es un equipo que te siente”, afirma “no que sientes”. Un móvil que probablemente vea la luz en menos de diez años.
Por su parte, Ray Hammond, uno de los futurólogos más reconocidos en el mundo de la tecnología nos da una idea prematura, pero sólida de lo que llamaremos celular del 2050.
“Su nombre es María, dice, no es un celular, no es una computadora, es un microchip con nanotecnología pero con inteligencia artificial que ha sido insertado en mi cerebro, que lee mis pensamientos cuando quiero marcar o contestar una llamada, que despliega mis mensajes, correos electrónicos e imágenes a través de mis ojos, que me permite comprar y retirar efectivo sin ningún plástico de por medio, que siempre está conectado a internet, que organiza mis actividades y me recuerda mis pendiente. María, o como se le llame, es el futuro de la telefonía móvil”, postula Hammond.
Estos dispositivos no sólo pasaron de simples teléfonos a minicomputadoras; también se conviertieron en el electrónico de más rápida aceptación
Se ve tan viejo, grande y poco funcional que el DynaTAC 8000X —el primer celular comercial del mundo lanzado en 1983 por Motorola— parecería un equipo con más de un siglo de vida, aunque en realidad sea un joven con apenas 25 años de existencia.
Su nacimiento dio origen a una industria que tan sólo en 2008 despachará más de mil 280 millones de unidades en todo el orbe, de acuerdo con la consultora Gartner, transformándolo así en el electrónico con mayor y más rápida penetración del planeta.
El primer teléfono móvil, el ya citado DynaTAC, pesa 794 gramos, mide 33 centímetros de alto, 4.4 de ancho y casi nueve de grosor. Hoy ha sido sustituido por equipos con menos de una pulgada de grosor, entre ocho y diez centímetros de alto y con un peso menor a los 300 gramos.
De una pantalla LED de siete segmentos, que únicamente desplegaban número e iluminaba alertas predefinidas, los celulares pasaron a tecnología de cristal líquido (LCD) con 256 millones de colores y capaces de reproducir video.
“El celular ha transformado nuestra vida, se ha convertido en una herramienta de comunicación, entretenimiento, trabajo. Son nuestra cámara digital, reproductor multimedia, agenda personal, álbum fotográfico y computadora de bolsillo”, afirma José Luis de la Vega, gerente de Mercadotecnia de Motorola México.
En entrevista este diario, De la Vega acierta, pues en estos 25 años los teléfonos móviles no sólo han reducido su tamaño y mejorado su capacidad y funcionamiento.
En México, se estima que existen ya 73 millones de usuarios de telefonía móvil contra poco más de 20 millones de líneas fijas, una tecnología que tiene un siglo operando en el país, cuando los celulares suman apenas dos décadas de presencia nacional.
Las compañías operadoras de redes celulares locales reportaron ingresos, en 2007, por 313 mil 344 millones de pesos, según la Comisión Federal de Telecomunicaciones.
En todo el planeta, también
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