En “La Fiesta del Chivo” Mario Vargas Llosa expuso detalles de la vida política del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo “Chapita” como le decían al general, por su gusto a las condecoraciones. Trujillo gobernó con mano dura durante más de 18 años y pasó de ser un consentido de los Estados Unidos a un enemigo a muerte de la CIA, ante los temores que en la isla se repitiera una revolución similar a la cubana. Al final el sanguinario presidente fue asesinado por sus opositores, entre quienes había muchos seguidores. Luego del magnicidio La República Dominicana vivió una época democrática muy cuestionable.
Hago alusión a este libro por los sucesos acontecidos el pasado fin de semana, donde estuvimos a punto de ver un interesante debate de dos corrientes de pensamiento que sin dudas han marcado la historia moderna de América Latina.
El escenario sería Venezuela, ideal espacio, cuna de Simón Bolívar y tierra histórica del pensamiento latinoamericano. La emoción evidente de muchos venezolanos se acabó luego de las palabras de Rafael Alfonzo, presidente de CEDICE, organización que organizó el llamado foro liberal que se realizó a escasas dos cuadras del llamado “foro progresista” realizado en Celarg. Alfonzo salía al paso al visto bueno dado por los intelectuales a la propuesta del Presidente de Chávez de realizar un debate donde los llamados intelectuales de derecha e izquierda expondrían sus puntos de vista sobre el porvenir del mundo.
Aceptar el debate, pero condicionarlo a un enfrentamiento entre Vargas Llosa y Chávez fue sin dudas una jugada poco inteligente de parte de los organizadores del foro liberal. No se trataba de una tertulia entre un escritor que fracasó como político, al perder elecciones en Perú, y un Presidente en ejercicio de sus funciones. Aun no entiendo cómo pudieron perder una oportunidad tan grande de iniciar un debate de fondo sobre temas tan interesante para el libre pensamiento regional.
La única argumentación coherente que puedo imaginarme es que en el fondo nunca hubo pretensiones de debatir. Excusas podrán haber muchas, pero la realidad incuestionable, fue que los venezolanos y latinoamericanos dejamos de disfrutar una gran discusión ¡histórica! Por decir lo menos.
Pero lo que fue mucho más preocupante vino un día después. Es difícil entender cómo los medios de comunicación hicieron una interpretación tan simple de los resultados del frustrado debate. Justificaron a Vargas Llosa y llegaron a decir que el presidente Chávez “arrugó” ante la propuesta. ¿Es que acaso existe algún país donde los presidentes aceptan condiciones de extranjeros y empresarios con una posición política antagónica? No existe esa nación. En este caso, se debe reconocer que el Presidente Chávez ganó muchos puntos como demócrata pues auspició un debate del cual quería ser el moderador.
Pero lo peor vino después. En el Programa “Yo Prometo” Nitu Pérez Osuna, que había entrevistado a Vargas Llosa días antes hizo la irresponsable comparación entre Trujillo, el Chivo y los nuevos chivos. A esta declaración el intelectual peruano, con una posición abiertamente política aseguró que el Presidente Chávez tenía las intenciones de serlo, pero eso no ocurriría.
¿Qué argumentos puede tener un extranjero para hacer esos señalamientos? Debe ser analizado en detalle, sobre todo si vemos el fin que tuvo Trujillo. Es grave que los venezolanos permitan que extranjeros hablen tan abiertamente de temas tan delicados.
Siempre he pensado que los trapos sucios se lavan en casa y jamás será sano que se demuestren tan pocos argumentos para defender ideas. El debate que no se dio, pudo ser una oportunidad de oro para generar nuevos espacios de discusión sobre las corrientes de pensamiento y su vigencia en estos tiempos.
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