El sufrimiento de Mubarak…


En los próximos meses será común la opinión generalista que Internet, las redes sociales y la interconexión fueron elementos de peso para el fin regímenes políticos o los cambios radicales en otros. El caso de Túnez y Egipto será hartamente analizado, comentado y quizás comparado con posibles escenarios en nuestras tierras tropicales.

Sin embargo, si bien no le podemos quitar peso a los cambios socioculturales que están teniendo las redes sociales, tampoco es 100% valido que son ellas las que están impulsando los cambios. Estimo que son catalizadores de una nueva generación que requiere otro discurso, otra manera de interpretar la realidad y de adecuarse con el entorno. Una generación que simplemente vive otras realidades, distintas a las que llevaron al poder a muchos dictadores y reyezuelos que han ostentado el poder de forma absoluta y equivocadamente indiferente a su entorno.

Pero también sería miope pensar que esta visión aislada de la realidad sólo se presenta en regímenes del mundo en desarrollo. Es fácil decir que en Irán se bloqueó Twitter, o que Hosni Mubarak cerró toda forma de comunicación en Egipto; es más complejo argumentar que la política internacional, con su carga de hipocresía y conveniencias temporales no entiende la complejidad de la nueva realidad de esa que algunos llamamos la sociedad del conocimiento.

En Estados Unidos, la cuna de las ahora revolucionarias o subversivas Twitter y Facebook se bloqueó Wikileaks, se llegó a pensar de forma ilusa que esta decisión acabaría con la capacidad de acción de Julian Assange. Nada más alejado de la realidad, pues se dio mayor promoción al líder del portal informativo.

Es por eso que el intento desesperado de Hosni Mubarak de bloquear internet y la telefonía móvil, fue sólo una muestra más de esa incomprensión de la rancia dirigencia global, que no entiende el entorno y estimo está muy lejos de comprenderlo.

Ese aislamiento ilusorio sólo desata el rechazo internacional y paradójicamente acelera los cambios; también evidencia la brecha enorme que hay entre las distintas dirigencias políticas y sus sociedades que ciertamente vieron en los medios sociales una alternativa para expresar su opinión sin tapujos y sin intermediarios o sesudos interpretes y estadistas.

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