El anuncio realizado por el presidente ejecutivo del Grupo Telefónica, César Alierta, este miércoles en Sao Paulo, junto a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, pone claro el enfoque del mega operador español, que ha visto en el gigante amazónico, la nación con el mayor potencial económico de la región.
Una apreciación que compartió el presidente de Estados Unidos, Barack Obama en su reciente visita a la nación que ocupa el octavo lugar entre las economías más desarrolladas del mundo. Puesto que ocupó, tras desbancar a España a finales del año pasado.
Si Brasil tiene elementos a su favor que hacen rentable un plan de inversión cercano a 15 mil millones de dólares de dólares en cuatro años no es menos cierto que Venezuela, como vecino cercano debería aprovechar estas inversiones y otras, para impulsar proyectos similares en el país. Si consideramos la posición estratégica del país, que limita con el norte brasileño, menos desarrollado que el sureste, podríamos encontrar una enorme posibilidad de apuestas para el impulso económico desde el Sur del país hacia esta inmensa región brasileña.
Pero la realidad es distinta. Lejos de haber condiciones favorables en Venezuela que estimulen la inversión Telefónica y otros grupos económicos del sector de telecomunicaciones han visto afectada y condicionada su participación en el mercado nacional.
Mientras el gobierno socialista brasileño abre espacios para las inversiones, agiliza el otorgamiento de espectro y propicia encuentros de alto nivel entre la cúpula de una de las empresas de telecomunicaciones más importantes del mundo, el nuestro, ahuyenta y pone frenos a los planes de inversión.
La expansión de las redes de telecomunicaciones, el costo de los terminales, la adquisición de divisas para la compra de insumos e infraestructura pasa por un filtro, un embudo que por su ineficiencia, se tapa y hace colapsar al sistema económico nacional.
Lo más alarmante de esta situación es que en poco tiempo, Brasil y otras naciones de la región que han entendido que el camino del progreso, requiere el concurso de todos, tendrán mejoras tecnologías en manos de sus ciudadanos que las que podremos tener en Venezuela.
Si llegásemos a tener las mismas tecnologías que nuestros vecinos, las obtendríamos a un precio muy alto. Casi cinco veces del valor que puede tener el mismo producto o despliegue que otra nación hermana.
Esta tendencia comienza a verse. En segmento como el de la televisión por suscripción, donde tenemos el más bajo número de canales HD y Alta Definición de América Latina, una cifra nada parecida a los números históricos de Venezuela, acostumbrada a estar entre los primeros mercados de adopción tecnológica no sólo de América Latina.
Una crisis, provocada por políticas económicas absurdas, que amparadas en un falso proteccionismo, atentan con la modernización del país, su productividad y el mejoramiento de la calidad de vida de la gente.
A pesar de estas erradas políticas, el país responde ante los retos. Los venezolanos, gracias en buena medida a los esfuerzos de las operadoras móviles, que fortalecieron sus ofertas de banda ancha móvil, tuvimos el mayor incremento en el número de internautas de la región, según cifras aportadas por ComScore el crecimiento de internet a enero de 2011 fue del 27%, cifra que casi dobla la media regional. Un logro que tiene a los usuarios como los principales exponentes y a las operadoras móviles como sus grandes promotores.
El potencial existe para que las inversiones en telecomunicaciones y tecnologías de la información se rentabilicen; el problema sigue siendo de visión. Pues se cree que con viejas técnicas económicas, y acuerdos entreguistas se pueden lograr los resultados del progreso. El tiempo pasará factura, y con tecnología éste se acorta.
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