El flagelo del periodismo mediático

El 27 de junio William Echeverría, presidente del Colegio Nacional de Periodistas, enarbolaba las banderas de la libertad de expresión, en la marcha que se realizó durante el día Nacional del Periodista. Me causó tirria cuando vi dos pancartas detrás del colega que era entrevistado por otro comunicador social. En una de ellas estaba Alberto Federico Ravell con una banda en la boca y en la otra Manuel Rosales, ¿será que para el periodismo venezolano el gran tema nacional es la pugna política y económica entre los intereses de sus patronos y el Gobierno? ¿Entienden cuáles son los verdaderos problemas de la nación? La misma aversión sentí cuando el ministro de Obras Públicas, Diosdado Cabello, defendía los intereses de los periodistas en una marcha organizada por otros colegas que defendían igualmente la libertad de expresión y el fin de los monopolios mediáticos.

Es por lo menos preocupante que el periodismo venezolano culpe de sus males a los poderes establecidos, cuando el verdadero culpable es el mismo periodista que poco se ocupa de internalizar su verdadero rol dentro de nuestra sociedad. Es grosero que en Venezuela los periodistas ocupemos espacio en los medios de comunicación para exhibir nuestro egocentrismo, que llega a tal nivel de soberbia que nos nubla y nos impide ver qué necesita de nosotros la sociedad.

Es alarmante que la profesión, que Gabriel García Márquez calificó como el mejor oficio del mundo, haya sido contaminada con el virus de la diatriba política. ¿Es que en Venezuela sólo es importante exaltar o hundir al chavismo? ¿Es la politiquería el único tema que interesa a los venezolanos?

Ciertamente que no. El país tiene inmensas necesidades que requieren atención inmediata de los medios de comunicación. Una atención que no pasa por 20 minutos en un programa de televisión de una hora. Tampoco en un reportaje o una declaración amañada por algún interés particular o colectivo.

Como periodistas tenemos una deuda enorme con aquel país que sigue creciendo y que día a día se aleja del entendimiento de los políticos. El riesgo, es que como gremio no nos hemos dado cuenta que estamos a punto de caer en esa misma comprensión de la realidad: corta, limitada y poco útil.

Es impresionante el grado de importancia que los acontecimientos políticos y los intereses de unos y otros grupos de poder son exacerbados por los medios de comunicación. Es alarmante que estemos siendo títeres o tontos útiles de esos intereses y no velemos por nuestro compromiso primario, que es el ciudadano, su enriquecimiento intelectual y su mejor capacidad de análisis del entorno.

La mayor alarma es que, aunque no lo queremos reconocer, todos los periodistas sabemos que la sociedad, tarde o temprano nos cobrará la factura. Lo podrá hacer de distintas formas; una dejando de ver noticias en los canales de televisión o periódicos. Otra podrá ser el reclamo y la censura otra, más radical, puede ser la agresión.

Es por eso, que mientras más y más se habla de libertad de expresión, no puedo más que preguntarme si este término sólo sirve para proteger los intereses de los enemigos del periodismo y de la sociedad. ¿Es la libertad de expresión de un empresario, del Gobierno de turno o de los ciudadanos?

Creo que los periodistas no terminamos de entender cuál es nuestro rol dentro de esta necesitada sociedad venezolana. Si por el contrario, sabemos cuál es nuestro rol, pero lo ocultamos y nos “hacemos los locos” la factura por pagar será tan alta que posiblemente se nos pase la vida en intentar pagar la primera cuota.

El Correo del Orinoco

Cuando Simón Bolívar creó el correo del Orinoco demostró lo importante de la propaganda para poder encaminar una opinión pública a favor de la República. Sin embargo, el periódico ha sido el símbolo del periodismo venezolano, premiado por los gobiernos cada 27 de junio. Ahora, que el Presidente Hugo Chávez quiere aprovechar ese nombre para el beneficio de la revolución, estimo que es parte de la factura que estamos pagando los periodistas por no respetar nuestro compromiso ético, que va más allá de nuestras posturas políticas. ¿Perdimos un símbolo o el Gobierno recuperó uno?

Honduras y Telesur

La crisis política de Honduras ha sido un ejemplo evidente del manejo que hemos hecho de la información. Telesur ha realizado un excelente trabajo periodístico, a riesgo de la vida de muchos colegas. Solo bastaría saber si lo hacen por un compromiso con la información ética o por una orden seguida desde el Gobierno Nacional. Más allá de esta duda, el trabajo de Telesur compromete a esta televisora a seguir haciendo el mismo ejercicio periodístico en todas las circunstancia, incluso en aquellas, donde los violadores de los derechos de los pueblos sean gobiernos de izquierda.

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