LA IA DE RAZONAMIENTO ¿Estamos protegidos o desvalidos?






Heberto Alvarado Vallejo

Desde que Chat Gpt irrumpió en la escena mundial se inició una revolución cultural que apenas se manifiesta y que cambió las reglas sociales para siempre.  


Lo insólito es que solo han pasado dos años desde que el Chatbot comenzó su periplo en el mercado. Un leve período en el cual su creadora, Open AI, ha pasado de ser un incipiente laboratorio de Inteligencia Artificial Generativa, financiado por Microsoft, a una compañía que está preparándose para cambiar las relaciones humanas, la economía e incluso la percepción que tenemos de lo real y lo ficticio.   


El cambio cultural se inició con el ya habitual y preocupante frenesí de los consumidores, más habituados a experimentar que a medir las consecuencias de sus acciones. La gran diferencia de ese desmedido afán por consumir la nueva tecnología es que, en este caso, con la masificación de la Inteligencia Artificial podemos estar construyendo un mundo mucho más salvaje y peligroso para la humanidad.


No se trata de considerar que la IA se transformará en conciencias asesinas. Tampoco quiero decir que estamos cerca de Skynet, la elocuente IA que creó máquinas para salvar al mundo del hombre en la ficción de TERMINATOR. 


Trato de advertir, que con la IA y el irresponsable uso que estamos haciendo de ella, podemos estar contribuyendo a la evolución de un mundo más inseguro, con métodos y sistemas más sofisticados de extorsión, robo y espionaje.


Un mundo que estará inmerso en un conflicto permanente. Crisis de salud, crisis geopolíticas y también sicológicas, ante la dependencia del hombre de considerar que la IA es un sustituto de su propia inteligencia.   


Todas estas posibilidades suman puntos a diario. El uso y evolución de la IA se promociona de forma irresponsable, divertida, ingenua y poco profesional. Promover vídeos engañosos, manipulados con IA, cambiar el sexo de una persona, modificar su edad y rasgos, son acciones que se divulgan abiertamente por redes sociales, sin la mínima conciencia de los usuarios de estar alimentando una base de datos que puede estar fortaleciendo a algún software o contenido dañino.


Ahora, cuando nos preparamos para la próxima etapa de la IA, estamos ansiosos, interesados y ávidos de seguir consumiendo lo desconocido. Recientemente Sam Altman, la cabeza visible de OPEN Ai, expresó en un Podcast que 2025 será el año de la AGI, (Inteligencia Artificial General) un término que define a una IA con capacidad de razonar. 


Una evolución natural de la IA Generativa y que sin dudas traerá cambios. Ahora bien, ¿estamos preparados? ¿La capacidad humana de adoptar la IA con plena responsabilidad y conocimiento está al mismo nivel evolutivo de los avances de estos algoritmos? Sabemos que no. 


La IA de razonamiento, le permitirá a los aventajados usuarios que dispongan de más recursos financieros, acceso a millones de oportunidades de creación y desarrollo de cualquier cosa que quieran.  Dependerá de su ética e intenciones qué tipo de producto o servicio creará: las mismas posibilidades se abren para la creación de un software predictivo para empresas como un malware con mutaciones constantes que hagan casi imposible su eliminación. 


Si estos aventajados usuarios de la IA de Razonamiento quieren el bien común, podrán resolver problemas matemáticos complejos, crearán nuevas medicinas, implementarán nuevos métodos educativos, mejorar procesos productivos y una infinidad de buenas acciones. 


Sin embargo, si defienden intereses personales, son ambiciosos y quieren controlar a más y más personas, tendrán la misma infinidad de recursos para poder lograrlo. A pesar de que exista, se actualice o se creen normas, leyes o controles.


El libre albedrío, tan común en las acciones del hombre, tendrá con la IA de Razonamiento nuevos escenarios. Será inevitable que existan aventajados usuarios, con miles recursos económicos interesados en hacer el mal.  


La única barrera real para que su daño no predomine está en el conocimiento, la conciencia colectiva y la responsabilidad. Todos estos principios, parten, como siempre, de una decisión particular de cada usuario. 


El gran problema que se está presentando es que el bombardeo de virtudes de la IA es tan agresivo y seductor que impide el encuentro de cada individuo con su conciencia, lo que hace más difícil consolidar usuarios críticos, más perspicaces y menos ingenuos y confiados. 


EL SEDUCTOR NEGOCIO DE LA IA GENERATIVA


Cuando debutó Chat GPT, en noviembre de 2022 cambió las reglas del juego.  Hasta ese momento, la era digital estaba adaptada a un negocio donde la movilidad, las apps, los servicios y el mundo cripto estaban triunfando.  


Un mundo, algo monótono,  con empresas mil millonarias, con escasa innovación, vendiendo millones a partir de un modelo de negocio que envejeció. La necesidad de un cambio fue tan grande que las apuestas se dirigían hacía el Metaverso. 


Ese mundo virtual que pocos entendían y que supondría la llegada de un mundo virtual, con una economía distinta, con avatares que serían nuestros alter egos. Un mundo confuso, con criptomonedas, con máquinas superpoderosas y con seres humanos corriendo el riesgo de vegetar en el mundo real, solo para existir en un mundo ficticio. 


Ese extraño mundo del Metaverso, no está alejado de ser real y posible. Sólo que llegó, por lo menos 20 años antes de que existan las condiciones económicas y culturales para que sea un modelo de negocio viable.


Esas dudas sobre la rentabilidad del Metaverso se manejaban con optimismo. Sin embargo, la irrupción de ChatGpt sacó a los inversores de ese mundo virtual, sin chances de ser rentable, a un mundo real y económicamente mucho más lucrativo. 


En aquel noviembre de 2022 Chat Gpt logró hitos importantes. En solo 5 días, el chatbot de Open AI, alcanzó el millón de usuario todo un récord para cualquier empresa tecnológica hasta el momento, que por cierto fue superado meses después por Threads, de Meta. 


Pero a diferencia de Threads que llegó como un competidor de X, que entusiasmó a los demócratas y a los “anti Elon Musk”,  Chat Gpt implicaba un cambio en todas las formas de generar contenido. Textos, dibujos, código de software.



Fue tan fenomenal, que algunas gigantes tecnológicas cambiaron sus focos de inversión, lamentándose de no haber apostado a la IA Generativa en aquellos años que Sam Altman tocaba puertas para buscar dinero.  


El caso más emblemático fue Meta, que invirtió miles de millones en su laboratorio Reality Labs, para su Metaverso  La millonada invertida por Mark Zuckerberg, los escasos resultados y la inexistencia de ganancias afectaron a Meta de una forma cuantiosa. Hasta el punto que la junta de accionistas jaló las orejas de Zuckerberg. 


Apple también se rezagó, apostó a sus Vision Pro y su Vision OS, pensados más para el Metaverso que para la Inteligencia Artificial y para un ecosistema Apple en este mundo virtual.  


Otras empresas que se atrasaron a una escala mucho menor fueron Google, Amazon, AMD, IBM, entre otras, que si bien estaban invirtiendo recursos en la IA, sus focos de negocio tenían otras prioridades, centradas más en las empresas y creación de software empresarial. Más alejados de los consumidores finales. 


Los resultados de las apuestas se vieron reflejados en 2024. Open Ai, se transformó de un laboratorio auspiciado por Microsoft, con un valor de mercado de $1 mil millones en 2015, a una empresa que se valora actualmente en $150 mil millones y que podría quintuplicar su valor en 2025.


Microsoft, el gran financista de OPEN AI, vio multiplicados los 10 mil millones de dólares invertidos en 2022 en el laboratorio. Hoy en día es la segunda empresa más valiosa del mundo. En un año su valor de mercado creció cerca del 20%.  


Pero el crecimiento de Open Ai y Microsoft queda corto si se compara con Nvidia, que sin duda ha sido la gran ganadora de la infancia de la Inteligencia Artificial. Al tener la tecnología bien pulida para trabajar flujos continuos de información, tuvo la solución ideal para procesar la inmensa cantidad de datos que necesitan los lenguajes de inteligencia artificial. 


Las tarjetas gráficas de Nvidia impulsaron la industria de los vídeojuegos, fueron claves para la evolución de los algoritmos genéticos celulares y por ende de la Inteligencia Artificial, su oferta se adaptó y se encajó perfectamente para el reto computacional que representó la IA. 


Hagamos una analogía. Hace más de 15 años, cuando invertía horas de mi vida jugando AGE OF EMPIRE III, me llamaba la atención cómo cada civilización del videojuego desarrollaba su ciudad. Procesos que no se repetían, que surgían por la evolución, por el perfil de cada conquistador y claro está por la decisiones de cada jugador. 


Age of Empire, era profundamente adictivo porque era inhóspito, la evolución dependía de la estrategia y los escenarios presentados. 


Detrás de este videojuego clásico, se escondía todo un trabajo de software y procesamiento de datos que garantizaban esa evolución de las civilizaciones.  Millones de líneas de código trabajando para que el juego exhibiera todo lo que el usuario ordenaba. Chips eficientes y avanzados capaces de procesar esos datos, tarjetas gráficas de alto nivel para que el detalle visual y los movimientos de cada “personita” creada en el videojuego cumpliera cada orden dada por el jugador. 


En toda esa evolución estaba NVIDIA, que desarrolló, gracias a su experticia una tecnología que caló perfectamente en las necesidades de los grandes modelos de lenguaje complejo que crean la oferta de la IA Generativa. 


Gracias a sus chips para Inteligencia Artificial Nvidia pasó de ser en menos de dos años, un competidor en el negocio de los chips y un referente en la industria de hardware para videojuegos a todo un titán tecnológico, que incluso se ha puesto la corona de empresa más valiosa del mundo durante este 2024. 


Los números son apabullantes:  su valor de mercado se incrementó en un 193% en 2024. Pero, si nos remontamos a 2022, cuando debutó ChatGPT, el repunte ha sido histórico. Sus acciones pasaron de costar $17,53 en diciembre de ese año a cerca de 139 dólares en lo que va de diciembre de 2024. Un crecimiento astronómico de 717%


La llegada de BlackWell el nuevo chip para Inteligencia Artificial y el anuncio de preparar mejores y más sofisticados chipset de IA año a año, dejan claro que apenas estamos comenzando a ver una transformación tecnológica que apasiona, entusiasma y atemoriza, pero que sobre todo genera beneficios económicos cuantiosos.


Y aquí la clave de la IA: esa capacidad de generar riqueza la hace atractiva y da base a las inversiones que se están realizando para esa IA de razonamiento, las cuales, son necesarias, indispensables y valiosas, para la evolución de la Inteligencia Artificial, pero, que deben ser proporcionalmente similares para estimular la evolución intelectual humana, no para su involución.  Allí está el reto.  


Estoy convencido que esa capacidad de generar dinero y promover la riqueza es indispensable para que la IA evolucione para bien. En la medida que más y más personas se capaciten y tomen conciencia plena de las posibilidades y riesgos alrededor de la IA menos posibilidades habrá para que la tecnología se utilice como una herramienta de sometimiento y control social.  


UNA DELIRANTE EVOLUCIÓN


El pasado 9 de diciembre de 2024, Open Ai informó al mundo que SORA, su modelo de generación de vídeo estaba totalmente listo y disponible para suscriptores pagos de Chat GPT. 


En minutos los servidores colapsaron. Millones de usuarios de Open Ai iniciaron sus experimentos con el nuevo servicio. Como ya es común, el deseo de utilizar una nueva tecnología fue mucho mayor que la prudencia.


A lo largo de la revolución digital hemos visto incontables ejemplos de los peligros que corre la humanidad cuando utiliza una tecnología innovadora y disruptiva con poca conciencia de las diversas puertas que se abren.



Pasó con las computadoras personales, ocurrió también con internet, se repitió con las criptomonedas. Todas estas innovaciones si bien facilitaron negocios, democratizaron accesos a recursos económicos y fuentes de ingresos, también ampliaron las opciones de los delitos digitales. 


Con la inteligencia artificial generativa, queda claro que estamos habilitando muchas más opciones para que se incrementen las fechorías y se perfeccionen las viejas prácticas de los delitos digitales.


 He visto, a lo largo de estos años, cómo se alimentan bases de datos con imágenes de personas, con ideas, con diversos contenidos. Los usuarios colocan sus datos, fotos incluso sus identidades, con escaso sentido común, con desparpajo y lamentablemente, sonriendo. 


Esta falta de conciencia puede habilitar problemas de dimensiones épicas, pues está alimentando a una inmensa base de datos que puede estar disponible para el mejor postor. 


Si bien Internet generó una base de datos cuantiosa para alimentar los modelos de inteligencia artificial, somos los usuarios los que estamos ampliando las capacidades de estos programas informáticos, basados en redes neuronales. 


Estos modelos se están alimentando de cada petición, de cada idea, de cada propuesta, de cada rostro, de cada voz, que estamos colocando en los diversos chatbots de inteligencia artificial. El volumen de datos es colosal y están dando a estos modelos capacidades asombrosas de creación, que requerirán de muchos controles y filtros para que se generen en pro de la humanidad y no en su contra.


Robo de identidad, plagios, estafas, desarrollo de malware sofisticado que aprenda de los errores de sus predecesores para no repetirlos, son apenas algunos de los riesgos latentes que se habilitan con Sora, Dall-E o cualquier chatbot público o desconocido que se utilice. Y créanme, los riesgos, apenas están tomando forma.


Poca esperanza tengo de que las medidas de prevención sean efectivas. No lo han sido a lo largo de estos años con los incontables ciberdelitos que se han cometido y no lo serán en el futuro de la Inteligencia Artificial. 


Esto pasa,  porque al final, el acceso a los contenidos y datos personales, en la era digital son potencialmente fáciles de obtener para cualquier organización que quiera beneficiarse de ellos.


Si los adelantos en materia de seguridad informática tuvieran efecto real, se podría ver una reducción de los ciberdelitos. En realidad pasa todo lo contrario. Solo como referencia les comento que en 2024,  se estima que se han pagado aproximadamente $1.58 mil millones en pagos de ransomware, una cifra astronómica.

 

Los delincuentes que implementan la práctica del secuestro de información han apuntado a empresas grandes, con más recursos, con ataques más sofisticados. Si bien, son menos ataques, los rescates son más cuantiosos. 

Tomo como ejemplo el ransomware, pero también podría hablar del Bitcoin. Solo este año, se han  robado aproximadamente 5,500 bitcoins, a pesar de los diversos controles que se han implementado una vez que la criptomoneda inició su cotización en Wall Street. 


Las vulnerabilidades han quedado en evidencia a lo largo de estos largos años de evolución digital. Parece que el nivel de seguridad de un sistema informático una tecnología está directamente ligado a su atractivo y las posibilidades de negocio ilícitos que surjan alrededor del avance. Una tendencia, lamentablemente preocupante, que con la IA está tomando formas descomunales.


El RIESGO DE LA IA CON RAZONAMIENTO


Hay diferencias notables entre la IA de Razonamiento y la IA Generativa.  Hasta ahora, hemos visto la evolución de una lenguaje que responde a mandatos para generar un contenido. texto, video, imágenes, sonidos. 


A partir del análisis de los datos, la IA Generativa crea contenido nuevo, tomando, uniendo y dando forma a un producto nuevo a partir de la integración de millones de datos que procesa con chips supersofisticados en servidores no menos robustos. 


Ha supuesto hasta ahora un cambio radical en la búsqueda y creación de contenido original y en la misma proporción ha comenzado a ampliar la base de delitos, como el phishing, el robo de identidad, los plagios de propiedad intelectual, las noticias falsas y otros flagelos. 


La IA con razonamiento, está un escalón por arriba. En lugar de dar respuesta a órdenes y peticiones de un usuario. La IA puede analizar su entorno y a partir de allí, toma decisiones amparadas en los parámetros establecidos. Si para esta IA hacer algo malo es correcto, lo hará, sin remordimientos. 



Pensar en los múltiples beneficios que traerá la IA con Razonamiento es apasionante, pero del mismo modo aterrante, si consideramos que habilita la misma cantidad de oportunidades para quienes desarrollan productos nocivos para impulsar sus intereses políticos  o financieros. 


Software malicioso que prevea escenarios de defensa de sus víctimas y perfeccione sus estrategias. Noticias falsas, sofisticadas que pueden influir en la opinión pública. Robo de información y colapsos financieros, son delitos que sin dudas tendrán con la IA de Razonamiento un mayor nivel de sofisticación.



Por ello, es crucial que la defensa de la sociedad ante los inevitables riesgos que llegarán con la nueva tecnología, se inicie con la capacitación, la conciencia y la compresión de la amplia variedad de riesgos que estaremos sometidos. 


Ingresar a estos niveles de la evolución de la Inteligencia Artificial con escaso conocimiento y escasa o nula prudencia, provocará que el propio usuario abra puertas a delitos graves que llevarán tiempo en ser solucionados.


El nivel de riesgos es enorme. Lamentablemente, es inevitable que la evolución de la Inteligencia Artificial también permitirá que surjan nuevas formas de control, extorsión y delitos. 


No podemos tapar el sol con un dedo, menos hacer como el avestruz y ocultar nuestra cabeza. Abrir los ojos y entender los riesgos nos hará más prudentes y menos vulnerables. 


AL ALCANCE DEL MEJOR POSTOR


Desprender el contexto actual de la llegada, evolución y consolidación de la Inteligencia Artificial sería un error enorme. Vivimos en un mundo que pasa una profunda crisis geopolítica con guerras activas en varias regiones y en donde están implicadas naciones con armamento nuclear.


Las amenazas del uso de armas de destrucción masiva son cada vez más creíbles. Hemos visto cómo se han lanzado misiles hipersónicos, drones cada vez más sofisticados para lanzar bombas y atacar a tropas enemigas. Demostraciones palpables del uso de la tecnología para hacer daño. ¿Qué pasará cuando se implemente software más sofisticado, creado por conciencias digitales?. 



La posibilidad de que el arsenal nuclear de alguna nación beligerante en cualquiera de los conflictos activos sea utilizado o controlado por alguna organización criminal está latente. 


Si bien las potencias nucleares implementan protocolos de seguridad muy sofisticados, una eventual IA Autónoma y muy avanzada que vulnere dichos protocolos, es mucho más probable ahora que en cualquier otro momento de la humanidad.


Como también es posible que a través de la Inteligencia Artificial se generen fórmulas que permitan crear elementos químicos que habiliten la mutación de virus que podrían atentar seriamente con la vida en la tierra y que dejen la pandemia  de 2020 en pañales. 

Creer que estas acciones, parecidas más a una novela de terror, sean paranoicas o alarmistas, sería otro error. Estimo que esa posibilidad está cada vez más cerca de ser una lamentable y peligrosa realidad. 


El único muro de contención que tendremos para frenar estos delitos, es la conciencia. Saber que la nueva era que se está habilitando viene con fallas y no  ha corregido otras que ya existían. 


Comprender que el ser humano puede ser tentado o seducido por el poder, la ambición y el deseo de dominación es tan importante como reconocer lo vulnerable que somos de ser seducidos por algún estímulo. 


La IA de razonamiento podría llevarnos a riesgos que solo la IA podrá resolver. Triunfará el nivel de sofisticación del ataque o la defensa; los años de trabajo y consolidación del producto y la puesta en escena final. 


Tendrá más probabilidades de éxito el que invierta más recursos económicos y humanos en generar una IA con la intención de ayudar o perjudicar a la humanidad. 


El comience primero tomará la delantera; la respuesta podría tardar mucho tiempo.  Lo alarmante es que seguimos promocionando la evolución de la IA sin medir las consecuencias, los riesgos y daños que pueden estar gestándose desde ese noviembre de 2022, cuando debutó ChatGPT. 



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